Con 16 años perdió una pierna por una negligencia médica. Hoy es uno de los jóvenes valores del deporte paralímpico en España
Lo fácil con Desirée Vila (Gondomar, Pontevedra, 1998) sería decir que es un superviviente o una heroína. Nada más alejado de la realidad. Esta joven gallega sólo fue una promesa nacional de la gimnasia a la que una negligencia médica tras romperse la tibia y el peroné con 16 años dejó sin una pierna. Sin previo aviso su vida de deportista de élite se esfumó. Y con ella sus ganas de seguir viviendo.
Y a Desirée le falló tras el accidente. Hasta que «la suerte» le hizo cruzarse con la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física, probó en un entrenamiento y la competición la volvió a atrapar. «Ahí recordé que competir era parte de mi esencia, que quería marcarme retos».
Pero el proceso fue largo y costoso. «Se esperaba de mí que volviera al deporte de élite, mis padres fueron muy insistentes y les tuve que decir que necesitaba olvidarme del deporte por un tiempo, aunque fuera mi pasión, no podía asumirla. Fue duro no hacer deporte, yo entrenaba tres horas al día de lunes a sábado, no conocía otra rutina, no iba al cine con mis amigos ni a cumpleaños. Ahí sentí un vacío enorme, pero tenía pánico a lesionarme de nuevo. Mi cerebro me pedía no volver a ese nivel y tuve que trabajar con psicólogos deportivos».
No sólo volvió, fue una de las atletas españolas en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. En la cita de la capital japonesa fue sexta en salto de longitud y séptima en los 100 metros. Y ahora ya mira hacia París. «Para mí Tokio fue una obsesión y menos mal que llegué. Si no, no sé qué hubiera sido de mí, no estaba preparada para no llegar. No sé cómo lo hubiera gestionado».
El texto es prometedor, pondré el sitio en mis favoritos.
Por encima de todo elogio🎈